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El Lago



15 de abril del 2020


El Lago


Hubo un día en el que hice un interesante viaje, al “país dormido”. Me trasladé hasta una de sus urbes, la ciudad de las tres ciudades, y sobrevolé sus calles, sus mercados, sus campos, sus lagos y sus ríos. Me acerqué todo lo que pude hasta el centro de la metrópoli, con la conocida aplicación Google Maps, en “vista satélite”.


La visión no era todo lo nítida que esperaba, sino más bien borrosa. Intenté pasear por sus calles con Pegman (el muñequito amarillo de Street View), pero no era posible, esa opción no estaba disponible en ese país; sin embargo, sí podía soltar al muñequito en localizaciones concretas, indicadas con una pequeña señal circular, y que mostraban fotos esféricas.

Así que, más que pasear, iba saltando de un punto a otro: aquí se veía una gran plaza vacía, con edificios diplomáticos imponentes; más allá encontraba el interior de una estación de tren, repleta de viajeros sentados, esperando su convoy, mirando su móvil, y con el equipaje a su pies, consistiendo éstos en maletas, grandes bolsas transparentes, llenas de objetos que casi se adivinaban a simple vista, o bien grandes cubos de plástico, usados como valijas.


De repente, algo me sorprendió: en vista de mapa, me llamó la atención la presencia de un pequeño lago, de entre los más de 50 lagos que tenía la ciudad, a causa de antiguas inundaciones, por su particularidad de contener un minúsculo islote en su interior; sin embargo, al pasar a vista de satélite, el lago ya no estaba allí. Era como si se lo hubiera tragado la tierra, con islote y todo. En su lugar había casas y edificios, incluso algunos rascacielos y un pequeño campo de fútbol. La cosa me intrigaba bastante, así que sondeé en la web, buscando alguna información que me aclarase por qué aquel lago ya no estaba allí, algo que confirmase mi teoría de que el lago había sido desecado para construir edificios en su área, por conveniencia urbanística.


Solo encontré un artículo periodístico en referencia al caso, que hablaba de un grupo de abuelas voluntarias que se habían organizado para proteger ese lago de su ciudad; se hacían llamar El Equipo de Cabello Gris para la Protección del Lago, y había sido fundado por una abuela octogenaria. Este grupo luchó por la preservación del lago durante ocho años (2008-2016), habiéndose iniciado el propósito de protección, con un llamamiento por parte de la abuela fundadora, en el que alegaba la imperiosa necesidad de hacer recobrar al lago su equilibrio ecosistémico. Esto se conseguiría principalmente, evitando que nadie pescara en sus aguas, para que los peces mantuvieran la limpieza del estanque y reeducando a los transeúntes, sobre todo a la juventud, para que no arrojaran desechos al mismo; no fue una tarea fácil, pues modificar los hábitos de los ciudadanos adquiridos durante años, supone un reto; sin embargo estas señoras lo consiguieron: una pancarta hoy, mañana un discurso a los jóvenes, otro día un raudo corte de hilo a una caña de pesca...


Lograron la armonía ambiental del lago, y todas sus gratas consecuencias: nada de malos olores por agua estancada, disminución de moscas y mosquitos, valor estético del barrio, equilibrio en la temperatura y humedad de la zona, la visita de aves, etc.

Menudo despropósito que tras este estoico esfuerzo de las yayas de la comunidad, el limpio lago y sus ventajas, se fuesen al garete, por una reestructuración urbanística de la zona, muy probablemente debida a intereses políticos y económicos.


Más tarde me di cuenta de algo: el lago no había desaparecido; no habían construido sobre él; solo había un desfase entre la vista mapa y la vista satélite en la aplicación, y el lago se encontraba en otra localización, ligeramente más al noroeste...

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